En la Edad Media, Vlad el Empalador es el príncipe de Valaquia y Transilvania. Cuando era niño, fue príncipe rehén del Imperio Otomano y fue entrenado para ser un soldado de elite en el cuerpo de jenízaros del Sultán. Allí se convirtió en el guerrero más temido, y fue apodado el Empalador, después de empalar a miles en lanzas. Finalmente enfermo por sus actos, dejó de lado su pasado y volvió a gobernar sus dominios en paz.
Un día en el bosque, Vlad y sus soldados descubrieron un casco en una corriente, por temor a que un grupo de exploradores otomanos estuviera preparando el camino para una invasión siguieron la corriente a lo alto de una cueva en la montaña llamada Diente Roto. Al entrar en la cueva, descubren que el suelo de la cueva está tapizada de huesos triturados, antes de ser atacados en la oscuridad por una criatura desconocida, con un brillo rojo en los ojos, velocidad y fuerza inhumana. Mientras sus hombres son asesinados, Vlad corta a la criatura de la cueva con su espada antes de ser arrojado al suelo. Pero la sangre que había en la espada se disuelve cuando se expone a la luz del sol y la criatura no persigue a Vlad debido a la luz solar en la entrada de la cueva. De regreso a su castillo, Vlad se entera por un monje local que la criatura es un Vampiro. Conoce así la historia que una vez un hombre convocó a un demonio de las profundidades del infierno e hizo un pacto con él por poderes oscuros, fue engañado por el demonio y condenado a permanecer en la cueva para siempre hasta que sea liberado por alguien que beba su sangre, y luego beba la sangre de un ser humano. Por ello alguna persona será bienvenida a compartir su poder a cambio de la libertad de escapar de la cueva.
Al día siguiente, Vlad celebra una fiesta con su esposa Mirena, su hijo Ingeras, y sus súbditos, pero un contingente otomano llega de forma inesperada en el castillo. Vlad les ofrece el pago habitual de un tributo de monedas de plata, pero el emisario señala que un batallón de exploradores otomanos ha desaparecido, lo que implica que Vlad ha los matado. Vlad comenta que él no los mató y el emisario exige un tributo adicional de 1.000 niños para formar como jenízaros. Vlad se niega, pero su ejército es pequeño y no puede competir con los turcos. Mirena cree que, debido a la historia de Vlad y Mehmed que fueron criados juntos como hermanos, si tuviera que pedir a Mehmed algo, éste mostraría misericordia. Se acerca a Mehmed II y le pide no tomar los niños del país, y cuando eso falla, se ofrece a sí mismo en el lugar de los chicos, pero el sultán se niega y exige al hijo de Vlad además de los 1.000 niños. El Sultán envía al emisario a buscar al hijo de Vlad y éste le dice a su esposa que confíe en él antes de salir. Él está desarmado, pero su hijo con miedo por él, corre hacia él toma su mano y le dice a su padre que él está listo para unirse al ejército del sultán. Vlad se acerca al emisario de los turcos pero se arrepiente y le dice a su hijo que corra de nuevo junto a su madre y a continuación, toma la espada del emisario y lo mata.
El sabe que sus acciones conducirán a la guerra y por ello Vlad regresa a la cueva de la montaña Diente Roto a buscar ayuda del vampiro. Una vez que está en el interior, el vampiro le pregunta por qué Vlad regresó. Vlad le responde diciendo que necesita el poder del vampiro para poder derrotar al ejército Otomano. El vampiro le dice que hay consecuencias y le ofrece su sangre, lo que dará temporalmente a Vlad los poderes de un vampiro. Si se resiste a la intensa necesidad de beber sangre humana durante tres días, volverá a ser humano. De lo contrario, si bebe sangre humana, seguirá siendo un vampiro para siempre y un día será llamado para ayudar a su creador. Vlad acepta la oferta y bebe la sangre del vampiro, pasando por una experiencia de muerte el se transforma.
Luego al despertar en el bosque, Vlad descubre que se le ha concedido sentidos agudizados, fuerza y velocidad más allá de lo humano, y la capacidad de volar transformándose en una bandada de murciélagos, también conoce lo negativo al quemarse su piel con la luz solar. Cuando regresa a su castillo, comienza el ataque del ejército Otomano, pero Vlad sin ayuda de nadie los mata a todos. Acto seguido, envía a todos al Monasterio Cozia, que está situado al borde de una montaña, como una mejor base para establecer unadefensa. Durante el viaje, Mirena se entera de la maldición y debe evitar revelar la condición de Vlad al pueblo o o ellos lo atacarán, después de que Vlad promete que resistirá la tentación de la sangre humana. Un Romani llamado Shkelgim (Igor), que sabe que Vlad es un vampiro, se proclama a sí mismo como su siervo y le ofrece su propia sangre, pero Vlad se resiste y le pide que se vaya. Mientras cerca del monasterio, los Valahs son emboscados por soldados Otomanos, mientras Vlad y sus hombres los repelen con éxito, el aumento de la fuerza súbita de Vlad despierta sospechas entre sus súbditos. Al día siguiente en el monasterio, el monje se da cuenta de la maldición y conduce a los súbditos del príncipe para mostrarles en lo que se ha convertido Vlad, atrapándolo en una carpa a la cual luego la prenden en llamas dejando a Vlad expuesto a la luz del sol. Las columnas de humo negro saliendo de las llamas permite a Vlad salir para escapar del fuego y airadamente revela que él se convirtió en un vampiro con el único propósito de proteger a su pueblo del ejército Otomano. Antes de que actúe en contra de ellos, Mirena lo detiene y lo calma.
Esa noche, el ejército Otomano marcha hacia el monasterio. Vlad manda un enorme bandada de murciélagos a repelerlos, sin embargo, los soldados son en realidad una fuerza de señuelo, permitiendo a un puñado de turcos infiltrarse en el monasterio, los cuales matan a muchos de los habitantes y secuestran a Ingeras. Mirena trata de defender a su hijo, pero cae desde el borde de la pared del monasterio a pesar de los esfuerzos de Vlad por impedirlo. Al borde de la muerte Mirena suplica a Vlad que beba de su sangre antes de que amanezca para convertirlo en vampiro y asi tener la fuerza para salvar a su hijo. Vlad bebe la sangre, lo que provoca su transformación final en un vampiro de sangre pura y le otorga mayores poderes a los que ya poseía. Vlad regresa al monasterio y transforma en vampiros a un pequeño grupo de sobrevivientes y heridos de muerte. En el campamento Otomano, Mehmed se prepara para una invasión masiva de Europa a través de los Balcanes y Hungría. Los vampiros de Vlad llegan y fácilmente masacran a todos los soldados, mientras que el propio Vlad va en busca de Mehmed, que tiene cautivo a Ingeras. Consciente de que los vampiros se debilitan por la plata, Mehmed ha esparcido en el suelo de su tienda de campaña, miles de monedas de plata, lo que reduce la fuerza y velocidad de Vlad, y le menoscaba su visión. Con una espada de plata Mehmed domina a Vlad y se prepara para atravesar el corazón con una estaca de madera, pero Vlad se convierte en una bandada de murciélagos y lo evade. Tomando el nombre de "Drácula, el Hijo del Diablo", mata a Mehmed con la estaca y bebe su sangre, sucumbido totalmente a la barbarie de su condición vampírica.
Al salir de la tienda de Mehmed, Vlad (ya convertido en Drácula) se enfrenta a los otros vampiros, que exigen que mate a su hijo porque es humano. El monje aparece y manteniendo a los vampiros a raya con una cruz cristiana va con Drácula que le pide que se lleve a su hijo; así Vlad le ordena a Ingeras que vaya con el monje y a continuación, utiliza su poder para despejar las nubes negras en el cielo. La luz del sol quema a los vampiros haciéndolos polvo, mientras que Drácula se derrumba como un cadáver carbonizado. Con Europa a salvo de la invasión, Ingeras es coronado como nuevo príncipe de Valaquia. Vlad el Empalador se presume muerto sin embargo, Shkelgim toma en secreto a Drácula en las sombras y lo revive con su sangre.
Luego se pasa a una escena en el que Vlad conoce una mujer llamada Mina, quien sorprendentemente se asemeja a Mirena, en las calles de una ciudad moderna (Londres), y tienen una conversación sobre una línea de poesía que tienen en común. El vampiro que maldijo a Vlad, ya curado, en una forma más humana, y aún con vida, los observa de lejos y los sigue, y se anticipa a lo que él ha planeado para Drácula en el futuro, diciendo: "Que comience el juego."
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